miércoles, 9 de enero de 2008

Capítulo 02 - Capítulo en ruinas

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(un solitario saxofon nos pone en escena, probablemente una escena de cine noir, en la que se oyen sonidos de cajas en movimiento)

Verdad a medias: nunca somos conscientes de lo que tenemos hasta que lo perdemos. Sí sí, ahí mismo gracias. Y la apariencia de tenerlo todo, ...a ver, lo siento, lo siento... es solo eso ...no, no, dejelo, no se preocupe... no hay placer comparable al de destruir con las propias manos lo que uno ha construido. Déme eso a mí, le tengo especial cariño. Tu castillo de naipes ...con cuidado, por favor... castillos en el aire ... ¿ya esta todo? Tome, para una cervecita... ya están todas. A mi alrededor están todas las ruinas de lo que fuí, de lo que una vez tuve, obtuve, mi memoria arrasada, una ruina. No intentaré erigir nada. No engrandecere ni acrecentare mis pertenencias. No moveré una piedra de lugar . Total...
(suena una cerilla al encenderse)

...todo cae, se empequeñece, se esfuma hacia el cielo... como una cortina de humo... (algo arde) El hombre que quema sus ruinas y se quema con ellas, aún está dispuesto a vivir un segundo más.

(musica misteriosa)
Christopher: No dejeis de creer nunca que lo imprevisto puede suceder.
Eterna: ¿A qué este repentino buen humor, Christopher?
Septiembre: No sé, la frase se ha materializado en mi mente.
Walter: No se de donde
Mortimer: Ni porqué

E: cachis... ¿donde están mis pendientes rojos?¿Habeis visto mis pendientes rojos?
W: no.
E: con este desorden es imposible encontrar nada.
C: ¿hacemos el amor otra vez Eterna?
E: no sin mis pendientes rojos. Ahora no me siento atractiva.

M: anda, sacadme, sacadme el reloj del ojo.
S: son las doce y doce, luce el sol como una luciernaga y yo diría que es un buen día para la pereza.
M: sacadme el reloj del ojo, por el amor de Dios.
W: el reloj no está en tu ojo, abuelo, sino tu ojo en el reloj
Todos, uno tras otro: Gracias Walter, tienes razon.

C: Perdona que insista eterna, pero ¿hacemos el amor?
E: Busquemos un rincon elegante para hacerlo, sin mis pendientes rojos no me siento atractiva.

Quema tus ruinas, y aventa las cenizas. Verás una nube de insectos alejarse del vacío que queda a tus pies. Echa a andar, veras tus huellas a tu paso, barridas por el viento que te empuja hacia delante.

Christopher: El tiempo, el amor, la depresion de la carne. Me estaba preguntando hasta que punto es posible amarse eternamente.
Walter: ¿Habeis hecho el amor?
Eterna: No se que decirte. Mas bien parecia que buscabamos la eternidad. ¿Qué estan haciendo el abuelo y tu hermana?
W: ¿Que pueden hacer dos personas, con un abismo de edad de 60 años, sentados sobre las ruinas de su casa?
C: Preguntarse hasta que punto es posible amarse eternamente.
W: Yo solo me pregunto si la perdida de todo es igual a la nada.
E: Busquemos mis pendientes rojos, y veremos la luz del día. No consigo sentirme atractiva.
C: ¿Hacemos el amor, otra vez?
E: ¿Que hora es?
W: Las doce y doce todo el tiempo. Luce el sol como una luciernaga y yo diría que es un buen día para la pereza.

Pero no por eso hay que lamentarse, sino entonar un canto. Un himno al paso del tiempo, a la caida de los sueños que un día planearon sobre nuestras cabezas como aves carroñeras, esperando a la descomposicion de nuestros cuerpos.

Septiembre: Abuelo, a veces me siento como tu
Mortimer: A mi, a mi, a mi me gustaria sentirme como tú, Septiembre, aunque solo fuese un segundo.
S: ¿Porque quemaste la casa abuelo?
M: A mi, a mi, a mi me gustaria sentirme como tú, Septiembre, aunque solo fuese un segundo.
S: Abuelo, ahora me siento como tu.
M: ¿Y que sientes?
S: Que quemaría la casa. Porque quien quema sus ruinas y a sí mismo con ellas aun está dispuesto a vivir un segundo más. Siento un deseo de morir, que es un deseo de vida, de sacarle a la vida algo que la vida no ofrece.
M: Que el tiempo te quita, vida en estado puro.
S: Cuando me siento como tú, abuelo, siento que me gustaria sentirme como yo, aunque solo fuese un segundo.
M: ¿Lo entiendes ahora?
S: Abuelo, ¿la perdida de todo es igual a la nada?

Cada hombre es un himno destruido. Cada vida una acropolis de ruinas que avanza de puntillas sobre un hilo que se abre a cada paso y se cierra al filo del talon. Un monton de enormes piedras tozuda y precariamente sujetas por invisibles trabas, siempre a punto de desmoronarse. Piedras de las que se descuelgan esquirlas transparentes que dejan un reguero discontinuo, borroso. Pistas inservibles.

Eterna: estais aqui... ¿ponemos la casa en orden?
Septiembre: yo me siento como en casa, todo está en su sitio
Eterna: ¿ponemos la casa en orden?
Mortimer: No, no me siento con fuerzas para rehacer mi vida, hija
Eterna: ¿ponemos la casa en orden?
Christopher: Eterna, la casa está en orden. El orden que impone el fuego. La casa siempre está en ruinas, Eterna. La casa siempre está en orden.
Eterna: ¿ponemos la casa en orden?
Walter: el orden, mama, esta en nosotros. Y también el desorden.
Todos, uno por uno: gracias Walter, tienes razón.

Miro cada pedazo de mi vida, cada ruina arder, y aun me siento con ganas de vivir un segundo más. No porque comprenda. ¿Pero, como comprender que la pérdida de todo no es igual a la nada? Todo empieza por saber que la aparienciad de tenerlo todo es solo eso, apariencia. Y quien como yo, ha vivido sobre un reflejo, necesita partir el espejo de un taconazo, para reestablecer el suelo a sus pies.

Eterna: ¿qué hacemos entonces?
Christopher: Esperar a lo imprevisto.
Walter: Mira mamá, tus pendientes rojos
Septiembre: ¡Imposible!
Mortimer: Lo imposible es estar vivos.
C: No trates de comprender, Mortimer. Es lo que hace las cosas imposibles.
E: ¡Mis pendientes rojos!
M: ¡Pero quemé la casa! La casa cayó sobre nosotros.
E: ¡Mis pendientitos rojos!
C: Y yo hice el amor entre las ruinas, convencido de que habia muerto, de que los bomberos eran ángeles y el humo las nubes del cielo.
S: ¿Y qué sentiste?
C: Que era eterno, que podía amar eternamente. Que nada me ataba a las cosas, ni al tiempo.
S: ¿Y ahora que sientes papá?
C: Dime Walter, ¿qué hora es?
W: Las doce y doce.
C: Las doce y doce todo el tiempo. El sol sigue luciendo como una luciernaga, y yo diría que es un dia perfecto para la pereza.
S: ¿Y cuando el sol se esconda?
C: Incluso entonces, tratare de no comprender y esperaré que suceda lo imposible.
E: ¿A qué este humor, Christopher?
C: A que sobrevivimos a la muerte. Y el reloj de Walter se detuvo a las doce y doce, cuando el sol estaba más alto. A que siento que todo mi ser ha saltado por los aires y ha caido en su sitio. Porque el orden está en nosotros, y también el desorden.
E: ¿Pero que pasara mañana, cuando el sol salga de nuevo?
C: Mañana, no se. Volvere a sufrir...

[Lo que sigue lo dicen Christopher y la voz del comienzo del capitulo]

..soy un hombre, como cualquiera. Pero un hombre que ha visto arder su casa, y a su familia dentro. Que creyó morir con ellos, y sintió que amaba eternamente. Pero que al despertar, sintió que estaba vivo, y ya no quiere temer a la muerte. Ni sentir angustia, ni miedo. Ni tampoco comprender...

Christopher: ...mañana, Eterna, volveré a ser un hombre, como cualquiera. Pero deja que disfrute este momento. Te sientan tan bien esos pendientes.

No. No trataré de comprender. Lo imposible era vivir. Sobrevivir a la muerte de los míos, y sin embargo aqui estoy. Dispuesto a vivir un segundo más. Rodeado por mis ruinas. A esta le tengo especial cariño. Le sentaban tan bien esos pendientes...