lunes, 10 de marzo de 2008

Capítulo 03 - La secta del perro

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Septiembre: Walter Malva, ¿has aprovechado todas y cada una de las partículas de vida que se te otorgaron al nacer?
Walter: Si, maestra, las aproveche.
S: ¿Estás dispuesto a reírte de la muerte como lo has hecho de la vida?
W: Si maestra, estoy dispuesto.
S: ¿Estás preparado para caminar por el túnel luminoso hacia el mas allá?
W: Lo estoy maestra.
S: Querido compañero Walter, ahora yo te digo que hagas lo que tengas que hacer. Lánzate y se libre.
W: Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!
S: Aquí yace Walter Malva, asumió su paso inútil por el mundo, saboreo su imperfección y se regodeo en ella; probablemente en el otro lado tampoco se lavará las manos antes de comer y a nadie le importara; que su espíritu deambule por el mundo de los muertos y que no descanse jamás. Suéltate Walter, desata la cuerda y sube, ahora me toca a mí.
W: ¡No, aun no! Me has hecho un epitafio muy corto.
S: Considero que ha sido breve pero directo, atrevido, enjundioso y definitivamente indiscreto.
W: Quiero oír algo mas explicativo, más desarrollado.
S: Si Walter, pero primero me lanzo yo y luego te hago un funeral completo si quieres.
W: De acuerdo…

(Ladridos)
Christopher: Tu padre esta ladrando cariño.
Eterna: Ya lo oigo Christopher.
C: Se comporta como un perro.
E: Si se comporta como un perro es porque debe de sentirte así. Papa es una persona muy transparente.
C: Transparencia… menos mal, yo pensé que tendría demencia senil. Debo de ser un extravagante.
E: Papa, ¿cómo es que ahora ladras?
M: Estoy recuperando mi capacidad de jugar con la vida, los instintos, haber perdido nuestra casa y vivir bajo este puente me han hecho recuperar mis viejos sentidos de perro rastreador.
C: ¿Así que es tu nuevo karma de perro el que te da esta libertad para corretear medio desnudo y orinar en cualquier lado con tanta paz?
M: Dulce, dulce felicidad y vida tranquila la del perro. Siempre al sol, siempre despreocupado.
E: Rápido, ¡un pato se acerca! Shhhhh, no hagas ruido papa. Christopher, ayúdame con el pato, a la de tres saltamos. Una… dos… ¡tres!
E: Casi, adiós pato a la naranja para la cena.
C: Así no se hacen las cosas familia. ¡No, no y no!


W: Septiembre Malva, ¿has aprovechado todas y cada una de las partículas de vida que se te otorgaron al nacer?
S: Si maestro, las aproveche.
W: ¿Estas dispuesta a reírte de la muerte como lo has hecho de la vida?
S: Si maestro, estoy dispuesta.
W: ¿Estas preparada para caminar por el túnel luminoso hacia el mas allá?
S: Lo estoy, maestro.
W: Querida compañera Septiembre, ahora yo te digo que hagas lo que tengas que hacer. Lánzate y se libre.
S: Ahhhhhhhhhhhhhh!!!
W: Hermanos, nos hemos reunido hoy aquí para despedir a nuestra querida hermana Septiembre. Antes de dejarnos, Septiembre nos obsequio con un maravilloso ejemplo de libertad que ha de ser seguido por todos…
C: ¡Basta! ¿Qué clase de juego macabro es este? Venid aquí ahora mismo, Walter y Septiembre. No estoy dispuesto a seguir tolerando que mis hijos jueguen a hacer puenting, a imaginar que mueren y a escribirse epitafios. ¡Tampoco a que mi suegro de noventa años ladre ni a que mi mujer cace patos para la cena! Estoy preocupado, muy muy preocupado por vosotros y el futuro, familia.
E: ¿No crees que tienes una pasmosa facilidad para sacar las cosas de quicio, Christopher?
C: ¿Es natural que alguien quiera tener la felicidad estúpida de los perros? ¿Y que quiera vivir debajo de un puente?
M: No, no, no lo has entendido.
C: ¡¿Qué no he entendido?!
M: No es que queramos vivir debajo de un puente, es que se nos quemo la casa. Y vivimos debajo de un puente. Christopher es mucho más sencillo mi planteamiento que el tuyo.
C: Esto no es natural, Mortimer, ¡no lo veo natural!
E: ¿Y qué es lo natural?
C: Que cogieseis el periódico y que me ayudaseis a buscar un nuevo hogar para los Malva. Eso es natural.
E: ¿Qué más?
C: Que estuvieseis preocupados, que os disgustara esta situación, que sufrierais.
E: ¿Es eso lo natural, Christopher?
C: Si.
E: ¿Sufrir como tú lo haces?
C: Si.
E: Querido yo estoy feliz por haber salvado del incendio una cosilla de aquí, otra de allá, por cambiar de aires, pero tu…
C: Cuanta frivolidad la tuya, Eterna. Tu padre quemo la casa, vivimos debajo de un puente y solo pensáis en ladrar, en cazar, en pescar…
E: Básicamente nos guiamos por el hambre y el resto de nuestros instintos primarios, Christopher.
C: La bandeja de filetes de pechuga de pato en el Carrefour cuesta 5’87 euros querida, va precintada, con sello de garantía y lleva fecha de caducidad. No sé porque tenéis que hacerle asco solo porque vivamos debajo de un puente.
E: No te voy a negar que en otros momentos de mi vida me haya apetecido vivir como una señorona, pero no ahora marido, ahora me apetece… vivir al fresco.
C: ¿Al fresco?
E: Así, desnuda, desprotegida, descivilizada…
C: ¿Y donde esta vuestro sentido de la propiedad?
M: Ains… Sabes perfectamente que los de nuestra especie no conseguimos jamás desarrollar fuertes avenencias por casi nada.
C: ¿Sois incapaces de sentir apego por nada? ¿De amar un libro que se os regaló, un sofá que heredasteis de los abuelos, un olor que os recuerda a alguien?
M: Eterna, no puedo más… Te dije que no te casaras con el…
C: Trabajar para vivir, ahorrar para tener, guardar para encontrar. ¿Adónde queda todo eso?
E: Es sencillamente monótono, ¿Por qué te empeñas en quitarle sal a la vida?
C: ¡Quiero azúcar!
M: Eres incorregible. Veinte años así...
C: ¡Azúcar! ¡Quiero azúcar!
E: ¡Ahh! ¿Pero se puede saber que estás haciendo?
C: ¡Quiero un huevo frito!
E: ¡Estás loco! ¿Te quieres levantar del suelo, Christopher?
C: ¡No! ¿Es que acaso soy el único miembro de esta familia a quien le está prohibido hacer disparates?
E: No, Christopher, pero eres el único que los hace por desesperación.
C: ¡Quiero un huevo frito y lo quiero ya!


Septiembre y Walter: ¡Un rato mas familia!
E: Hola niños.
W: ¿Ya esta papa pidiendo huevos fritos?
C: ¿Qué hago aquí? ¿Cuál es mi lugar en el mundo? ¿Dónde está mi sofá? ¡Que me sirvan un huevo frito ya!
S: Papa, ¿te animas a lanzarte puente abajo y a escuchar tu epitafio mientras te balanceas como un péndulo? Seguro que eso te relaja.
C: Un huevo frito, quiero un huevo frito…
Tele: ¡Eh! ¡¡¡Pppsssstt!!! ¡Eh!
S: ¿Qué?
T: Perdonen mi intrusión…
S: ¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Qué mira? ¿Le gustan los espectáculos? ¿La carnaza?
T: Me siento inevitablemente atraída hacia ellos…
E: ¡Pero si es una tele!
T: Efectivamente. He observado que todos ustedes tienen una conducta bastante poco habitual. ¿Forman parte de alguna secta?
S: ¿Secta?
T: Si, ya sabe: comunidad con actividades estrafalarias y objetivos destructivos de esos que suelen gustar a cualquiera.
S: Si así fuera, habrá usted notado que el señor que está tirado en el suelo pidiendo un huevo frito pertenecería a una secta distinta a la nuestra.
C: Quiero un huevo frito…
T: Por tanto tendríamos dos sectas: la del huevo frito y otra encabezada por el viejo ese que ladra, la secta del perro.
E: Me gusta
S: Sintetiza y resuelve con rapidez y facilidad. Se parece a mí.
W: ¿Nos quiere llevar a un programa de esos para que montemos un espectáculo raro para todo el país?
T: No, ya no ejerzo, soy una tele que ya no trabaja como tele.
W: ¿Y de que ejerce?
E: Vivo para mí misma bajo este puente.
M: Una tele vagabunda.
W: Una tele sin salón.
S: Una tele por sí misma.
Todos (Menos Christopher): ¡Adopción! ¡Adopción! ¡Adopción! ¡Adopción!
Christopher: ¡Basta! Adoptamos a la tele…